martes, 11 de febrero de 2014

Flamencos en la desembocadura del río Guadaira

 Esta mañana de 11 de Febrero de 2014 me llevé esta sorpresa. Fui donde voy muy a menudo, dirección a Isla Menor y a la altura de la desembocadura del Guadaira al Guadalquivir. Los arrozales en este tiempo suelen estar llenos de aves, generalmente, cigüenas blancas y negras (escasas), moritos (ibis negros) avefrias, chorlitos y limícolas varias aparte de varios tipos de garzas. En el mismo río, lo que se suelen ver son muchos calamones, avocetas, cigüeñuelas, cormoranes, patos de varias especies y fochas, aparte de pollas de agua y zampullines. Es estos días oberservé tambien un buen bando de grullas comiendo por los alrededores pero, flamencos y tantos, no imaginaba que me iba a encontrar....

FLAMENCOS





 




MORITOS - IBIS NEGRO




AVOCETAS



 CIGÜEÑUELAS




 GRULLAS




AVEFRIAS




AVEFRIAS JUNTO A MORITOS




José A. Benitez


viernes, 7 de febrero de 2014

Cormoranes en el río Guadaira

CORMORANES EN EL RIO GUADAIRA


Desde hace ya mas de diez años los cormoranes son visitantes habituales de invierno del Guadaira. Vienen a pescar nuestras carpas y barbos y observar las fotos nos dará una idea de como, a pesar del tamaño de algunas de las que pescan, se las tragan..
  



 

 



















El CORMORÁN GRANDE (Phalacrocorax carbo) es, sin lugar a dudas, la especie más conocida de la familia a la que pertenece. Su área de nidificación es muy extensa, puesto que abarca las costas del nordeste de los Estados Unidos, el sudoeste de Groenlandia, Islandia, el norte, el centro y el sur de África, Australia, Tasmania y Nueva Zelanda; en las costas europeas es sedentario, y ave de paso en Centroeuropa. Se trata de un ave estacionaria o que, como máximo, lleva a cabo migraciones irregulares, porque sólo cambia de residencia impulsado por la abundancia de alimento que pueda encontrar durante la época invernal.
Se establece indistintamente junto al mar o aguas dulces, según los casos y condiciones locales de las regiones que habita. Los grandes ríos bordeados de árboles y maleza ofrecen a los cormoranes refugio seguro, y allí resulta fácil descubrirlos. No obstante, anidan con preferencia junto al mar, en los acantilados rocosos inaccesibles para el hombre.
Muy pocas veces se atreven a salir a mar abierto. Ello se explica por el hecho de que estas aves tienen sacos aéreos menos desarrollados que los que presentan la mayoría de los restantes pelecaneiformes, por lo cual pueden sumergirse a gran profundidad y permancer largo rato bajo el agua, pero su plumaje difiere del de otros representantes del orden en que no es perfectamente impermeable. En contacto con el agua, las plumas se humedecen e impregnan de líquido rápidamente, por lo cual se ven obligados a regresar a la orilla después de cada zambullida, para secarse el plumaje al sol y al aire.
La mayor parte de los cormoranes tienen el plumaje negro, o bien blanco y negro, con reflejos verdosos o bronceados. En definitiva, el vocablo "cormorán" no es sino una corrupción de la denominación latina de la especie: "Corvus marinus", es decir, cuervo de mar, nombre con el que se designó en tiempo a estas aves. En cambio, a diferencia de lo que sucede con el plumaje, las placas implumes de las mejillas suelen presentar tonalidades muy vivas. El pico tiene, asimismo, una coloración clara. Las patas, muy cortas, se encuetran situadas muy atrás, lo cual obliga a los cormoranes a adoptar una posición casi vertical cuando se hallan posados.
Este pelecaniforme vive casi siempre en colonias más o menos numerosas. Dedica toda la mañana a la obtención de alimento, descansa después del mediodía, vuelve a pescar por la tarde y cuando declina el día se retira para el descanso nocturno. En las regiones del interior pernocta en el ramaje de los árboles, mientras que cuando vive junto al mar acostumbra hacerlo en las islas rocosas; se identifican con facilidad los lugares que elige el cormorán, por la abundancia de excrementos blanquecinos que depone.
Astuto y en extremo desconfiado, se muestra envidioso con respecto a las demás aves, y llega a obligarlas a trabajar para él. En efecto, observando a varios individuos en cautividad, se advirtió que obligaban a unos pelícanos, compañeros de cautiverio, a romper la fina capa de hielo que cubría el estanque en que se hallaban y que les impedía nadar.
Los cormoranes causan daños gravísimos en la fauna piscícola de lagos y estanques, ya que su voracidad es increíble.
En Extremo Oriente, y en particular en China y Japón, se emplean cormoranes para pescar, colocándoles en la base del cuello una anilla, lo cual impide que las aves se traguen las presas que capturan. Una vez que el cormorán se ha llenado el buche, el pescador tira de la correa que lo ata a la barca, le obliga a regurgitar los peces y lo lanza de nuevo al agua. Al amanecer, dado que esta modalidad de pesca suele efectuarse por la noche, el pescador retira la anilla que rodea el cuello del cormorán, le proporciona algunos peces y vuelve a colocarle la anilla, aunque esta vez por encima del buche. Si no se adoptara esta precaución, el ave regurgitaría el alimento, tal como acostumbra a hacer.
Por supuesto, la pesca con cormorán pertenece al pasado, y en nuestros días no ofrece otro interés que el meramente folklórico y costumbrista. No obstante, desde la óptica del gobierno japonés, este aspecto justifica ya por sí mismo la subvención oficial con que se estimula la actividad de los pocos especialistas de la pesca con cormorán que quedan, quienes siguen practicando este arte como reclamo turístico.
Los individuos de esta especie anidan preferentemente en las hendiduras y cavidades de las rocas y, en las zonas interiores, sobre los árboles. A veces irrumpen en las colonias de cornejas y garzas reales y expulsan de los nidos, tras enconadas luchas, a sus propietarios. Por lo general, construyen un nido de gran tamaño, utilizando para ello ramas delgadas.
La puesta se compone de dos a cuatro huevos de color verde azulado. Ambos cónyuges se alternan en la función incubadora, y la eclosión de los huevos se produce a las cuatro semanas. El padre y la madre cuidan con solicitud de la prole y la alimentan en abundancia, ya que, en este período, los adultos llegan al nido con el buche y el estómago repletos de pececillos para los pequeños. A mediados de junio los polluelos están ya en disposición de volar y abandonan el nido, mientras los progenitores se disponen a comenzar una nueva incubación.
El cormorán puede vivir largo tiempo en cautividad, siempre que se le proporcione todo el alimento que necesita. Por lo demás, no requiere cuidados especiales.
En Europa viven, además, otras dos especies de esta familia: el cormorán moñudo y el cormorán pigmeo.
El CORMORÁN MOÑUDO (Phalacrocorax aristotelis), al que se reconoce porque carece de las bridas blancas, se halla disperso casi exclusivamente a lo largo de las costas atlánticas y mediterráneas de Europa; como divagante, tierra adentro llega a Suecia, Dinamarca, Holanda y Bélgica.
El CORMORÁN PIGMEO (Phalacrocorax Pygmaeus), que anida en el sudeste de Europa y en el sudoeste de Asia, se reconoce por su pequeño tamaño, ya que mide menos de sesenta centímetros de longitud, de los que unos diecinueve corresponden a la cola. A diferencia del cormorán grande, el que nos ocupa prefiere las aguas del interior, incluso marjales y ríos. Nidifica colonialmente junto con otras aves, tales como garzas y espátulas.
Otros cormoranes muy interesantes son los GUAYANES (Phalacrocorax bougainvillei), que en las costas del Perú (isla Chincha del Centro) y en las de Chile, anidan en colonias integradas por millares de individuos y dejan masas inmensas de sus excrementos pastosos (típicos en todas las aves), excrementos que forman el guano, abono natural rico en fosfatos y nitrógeno que constituye una de las riquezas de Chile y Perú.

Documento descargado de internet.

José A. Benitez